Durante las décadas de 1960 y 1970 ocurrieron investigaciones psicológicas que revolucionarían el campo por completo debido a sus grandes hallazgos. Por ejemplo, uno de los experimentos más conocidos en el mundo fue el de la Prisión de Stanford, conducido por el psicólogo Phillip Zimbardo, donde se trabajó con un grupo de hombres quienes respondieron a un anuncio de periódico para participar en el estudio, prometiéndoseles una paga sustancial, pero no especificando los detalles del proyecto. De este modo, se les asignaron roles a cada participante, siendo algunos los "presos" y otros los "guardias", y así vivirían dentro de un edificio que fungiría como una prisión durante dos semanas; esto ocurrió en 1971.
Dicha investigación tuvo que ser cancelada luego de seis días, debido a las fuertes repercusiones físicas y psicológicas que se estaban presentando en los participantes: habían adoptado por completo su rol, por lo que habían fuertes agresiones entre reos y guardias, así como abuso de poder dentro de la instalación, y aunque este estudio demostró grandes descubrimientos para la psicología social y el comportamiento humano, se cuestionó ampliamente la ética y la manera en que se llevó a cabo.
En ese entonces era relativamente sencillo iniciar una investigación psicológica, es decir, básicamente solo tenías que pensar en una idea a desarrollar y buscar participantes para llevarla a cabo, aun si las personas implicadas habían dado consentimiento o no, eso no importaba mucho. Sin embargo, luego de los bárbaros acontecimientos sucedidos en la Segunda Guerra Mundial, tales como las experimentaciones violentas que se realizaron con quienes vivían dentro de los campos de concentración las cuales rozaban en la tortura, la comunidad científica reflexionó sobre las implicaciones que podrían afectar a quienes participaran en ciertos estudios: ¿realmente valía la pena arriesgar el bienestar de un ser humano "en nombre de la ciencia"?
Por ello, organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) comenzaron a crear diferentes tratados abordando los principales postulados éticos con la finalidad de preservar la seguridad de quienes se involucraran en cualquier investigación, terapia o experimento, los cuales comenzaron a entrar en rigor y ser utilizados ampliamente a partir de la década de 1970. De esta manera, la ética dentro de la psicología se ha manejado desde diferentes ámbitos, siendo algunos de estos concernientes a la privacidad, confidencialidad, consentimiento, relaciones humanas, capacitación profesional, investigación, terapia, entre otros.
Un aspecto necesario a remarcar es que cuando se habla sobre ética, se debe tomar en cuenta la cultura y el contexto de un espacio específico, no se puede realizar un código ético que sea universal y restrictivo para todo el mundo, sin embargo, se pueden marcar ciertas pautas y a partir de ellas realizar un propio código apto para una población en concreto, por ello, dependiendo de la asociación, federación o incluso país, encontramos diferentes tratados y compilaciones.
Quizás la compilación más famosa serían los Principios Éticos de los Psicólogos y Código de Conducta creado por la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) el cual su versión más actual data del 2017. Mientras que en México existe el Código Ético del Psicólogo, creado por la Sociedad Mexicana de Psicología, actualmente en su novena edición.
Es necesario que aunque no seamos expertos de la salud mental, tengamos una idea de los principios básicos de ética, con el fin de identificar cuando acudimos con un profesional que no está ejerciendo bajo estos lineamientos, por ello, aquí se mencionan algunas de las pautas éticas más comunes, las cuales suelen estar presentes en la mayoría (si es que no en la totalidad) de los códigos éticos:
Consentimiento libre e informado: Para cualquier tipo de actividad (terapia, investigación, capacitaciones, etc.) el psicólogo y psicóloga deberá obtener un consentimiento informado, es decir un documento donde se exprese la naturaleza de la actividad, los requerimientos, posibles perjuicios, contactos, etc., todo esto en un lenguaje sencillo de comprender.
Es importante que la persona dé un consentimiento informado, es decir, que sepa las características de aquello en lo que participarán y que además sea libre, lo que significa que en cualquier momento que deseen podrán desistir de participar sin sufrir ningún tipo de consecuencia.
Confidencialidad: En lo que respecta a crear, almacenar, recuperar, transferir o eliminar registros o expedientes de participantes, el profesional debe mantener en todo momento la confidencialidad, es decir, usará claves, pseudónimos, códigos u otras técnicas que eviten la identificación de las personas.
Capacitación profesional: Los psicólogos y psicólogas presentarán credenciales sobre su formación profesional, solamente si se obtuvieron en instituciones educativas acreditadas. Además, para ser capaces de dar psicoterapia deberán contar con un posgrado o especialización dentro de dicha rama.
Por lo que, si acudimos con un terapeuta estamos en nuestro derecho de solicitarle sus credenciales para avalar que su práctica se encuentra en regla y están capacitados para darnos la atención que necesitamos.
Relaciones: El psicólogo se abstendrá de mantener relaciones sexuales o afectivas con pacientes, sin embargo, esto podría darse después de dos años de cesar cualquier relación profesional, siempre y cuando tenga en consideración los diferentes factores adversos que se pueden derivar de ello, y lo reporte a personas o superiores implicados en caso de ser necesario.
Así, se puede entender que la ética se ha vuelto clave en la práctica diaria del psicólogo(a), y no porque ahora existan más normas por seguir a la hora de llevar a cabo cualquier práctica profesional esto quiera decir que se realizan menos experimentos interesantes, en realidad, la psicología se encuentra en un auge tan impresionante que cada día se llevan a cabo investigaciones en todo el mundo, sin embargo, ahora se tiene cierta seguridad de que la integridad de los implicados (pacientes y profesionales) estará a salvo.
Érika Bocardo Flores
Referencias
Cullari, S. (2001). Fundamentos de Psicología Clínica. Pearson Educación.
Sociedad Mexicana de Psicología. (2010). Código ético del psicólogo. Trillas.
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