La mayoría hemos visto alguna vez una película de terror: Chucky: el muñeco diabólico (1988), Alien (1979), El Aro (2002), El Exorcista (1973), Pesadilla en la Calle del Infierno (1984), ¡Huye! (2017); la lista de las más famosas es larga. Estas fueron creadas con el propósito de crear suspenso y terror en el espectador. Buscan asustarnos, dejarnos en shock y horrorizarnos utilizando diferentes temáticas o recursos como lo pueden ser la sangre, la muerte, lo supernatural, la oscuridad, lo desconocido, deformidades, invasiones y la extrema inestabilidad (como dicen, tenernos al borde del asiento). Pero ¿por qué nos interesan tanto las películas que tratan sobre esto? Hoy describiremos algunos hallazgos que se han hecho en investigaciones del área de la psicología en búsqueda de responder esta pregunta.
¿Qué son las películas de terror?
De acuerdo con una compilación de estudios relacionados a la psicología de las películas de terror, Neil Martin (2019) menciona que el terror (u horror) es definido como una respuesta espontánea ante un estímulo impactante, siendo así que el terror imaginativo (por ejemplo, el de las películas que no representa algo real) nos lleva a desprendernos como espectadores y adentrarnos a un mundo de fantasía donde nuestros miedos pueden intensificarse, donde nos sentimos más expuestos a horrorizarnos.
Las películas de terror tienen categorías en las que se dividen, algunas son los largometrajes siniestros, siendo un subgénero donde dentro de un ambiente cotidiano se experimentan sucesos inexplicables o perturbadores, como El Conjuro (2013); también están las de terror psicológico donde se busca que el espectador se identifique con los temores de los personajes, afectando su emotividad, como El proyecto de la Bruja de Blair (1999); el subgénero slasher donde existe un villano asesino que, usualmente, asecha adolescentes en busca de saciar su deseo por asesinar, como Viernes 13 (1980); el gore que se enfoca en la visualización de violencia extrema infligida al cuerpo humano de forma sanguinaria, como Saw: Juego del miedo (2004); y también está el género fantástico, donde hay un acercamiento a mundos desconocidos y sobrenaturales, ajenos a la realidad en que vivimos como podría ser Drácula, de Bram Stoker (1992).
Aunque existen más subgéneros, podría decirse que estos son los principales y dentro de todos ellos existen ciertas similitudes en cuanto a personajes, por ejemplo, existen un grupo de héroes (o heroínas) principales, catalogados como los “buenos”, con los cuales vamos empatizando a lo largo de la película, son quienes esperamos que ganen y tengan un final feliz (o al menos, sobrevivan). Y claro, debe existir un villano o al menos un elemento que sea considerado antagónico a la trama y que busque causar un perjuicio en los protagonistas. Así que bajo esta dicotomía es como se va dando la narrativa del género.
¿Qué nos sucede cuando vemos estas películas? ¿Y por qué nos gustan tanto?
Imagínate que estás en el cine, ambiente oscuro y con una pantalla gigantesca reproduciendo fuertes sonidos que solo causan diferentes reacciones desagradables. A nivel conductual podemos presentar escalofríos, parálisis, piel de gallina, gritos, sobresaltos y cierre de ojos, se puede también sentir un ritmo cardiaco más acelerado. A nivel psicológico sentimos ansiedad, miedo, empatía, estrés, problemas del sueño y pensamientos de aversión. Muchos de estos malestares pueden permanecer una vez que la película ha terminado, pero esto depende de si el largometraje tuvo un final resolutivo o no.
Existe una teoría que intenta explicar porqué nos gustan estas películas: la Teoría de la Transferencia de Activación, elaborada por Dolf Zillmann a finales de los 60’s. En ella se explica que disfrutamos el terror porque obtenemos una sensación de suspenso y cuando se resuelve dicha sensación, nuestros sentimientos negativos se convierten a positivos, es decir, pasamos de un estado de tensión e incomodidad a la euforia y placer. Por lo que entre más suspenso exista, se sentirá un mayor agrado por la película. Y si el final no termina siendo resolutivo podría aumentar los sentimientos negativos, como se ha mencionado anteriormente.
Asimismo, las personas que tengan un nivel más alto de empatía sentirán mayor afecto negativo (ansiedad, incomodidad, estrés, miedo), pero también sentirán mayor goce al final de la película. Por lo que un desenlace positivo para los protagonistas y uno negativo para el villano son factores claves para predecir la satisfacción al finalizar el largometraje. Es decir, dentro de esta teoría, las personas más empáticas suelen ser las que experimentan un gusto más grande por las películas de terror, cuando dentro de ellas los protagonistas triunfan y el villano perece.
Otro aspecto relacionado al goce por el terror es la búsqueda de sensaciones la cual consiste en la necesidad de experiencias que conlleven a una sensación corporal o a una emoción, que nos lleva a tomar diferentes riesgos físicos, sociales, legales o financieros con tal de sentirla. Así, quienes tienen un nivel alto en este factor suelen ser personas que buscan aventuras emocionantes que los saquen de su zona de confort y así, suelen ser fans de las películas de terror, porque en lugar de sentir miedo, se emocionan por los factores de susto. Lo que es cierto es que la mayoría buscamos sentirnos estimulados de alguna u otra forma, y esto puede ser a través de este tipo de películas.
Por ello es por lo que también los videojuegos de este género son tan populares entre las personas que buscan activamente estas sensaciones, un ejemplo de esto es Resident Evil (1996-), un videojuego del género survival horror, el cual se ha instaurado como uno de los más populares entre los usuarios a pesar de su inclusión de elementos de sorpresa y terror.
Los espectadores de las películas de terror
Por lo visto anteriormente, podemos categorizar a los espectadores en función de lo que les motiva a mirar una película de terror, estos son: (1) aquellos que las vea porque buscan un final resolutivo, disfrutando la sensación de satisfacción al conseguir un cierre definitivo, (2) quienes miran por la emoción, porque disfrutan asustarse y suelen empatizar con los protagonistas y (3) los espectadores gore que gustan de las películas por la destructividad y violencia representadas.
Desarrollo humano y películas de terror
La mayoría de las investigaciones relacionadas al género de terror y la psicología están enfocadas a infantes y adolescentes, por lo que se ha llegado a conclusiones interesantes dentro de estos grupos.
Por ejemplo, las infancias (5-7 años) suelen sentir más un miedo simbólico, es decir, miedo a aspectos fantásticos y sobrenaturales, como algunos podremos recordar ese miedo intenso a Chucky, un juguete diabólico o a la película Vacaciones de Terror (1989) con la extraña muñeca. Sin embargo, al crecer (8-12 años) se siente mayor miedo por objetos concretos y realistas; películas como Halloween (1978) o El Resplandor (1980) nos dan más miedo porque se acercan a acontecimientos más reales que podemos vivir.
En cuanto a las estrategias de afrontamiento ante estas películas, los más jóvenes (4-5 años) prefieren utilizar técnicas físicas como sostener un muñeco, una sábana o comer y beber algún alimento, esto puede ser porque el contacto con estos objetos puede ayudarles a reducir la ansiedad de forma inmediata, ya que dirigen su atención a otras cosas además de la película. Curiosamente, taparse los ojos solo es un recurso válido en aquellos menores a 2 años; de 3-5 años cubrirse solo aumenta la sensación de miedo. Asimismo, la estrategia ideal para quienes tienen entre 8 y 9 años es explicar que existe muy poca probabilidad de que la fuente del miedo (asesinos, demonios, fantasmas, etc.) pueda causarles algún daño real.
En la adolescencia es frecuente que el interés por las películas de este género se incremente, pues los adolescentes buscan sentirse estremecidos, quieren ser rebeldes al mirar películas que muy probablemente sus padres les han prohibido y, además tienen curiosidad por la muerte. Durante esta etapa, tanto mujeres como hombres encuentran las caricaturas violentas como divertidas y emocionantes, un ejemplo es Happy Tree Friends (1999). Por último, poco se ha encontrado sobre el gusto por las películas de terror en personas mayores, sin embargo, hay estudios que demuestra una relación negativa entre la edad y el disfrute por el terror, sugiriendo que entre más envejecemos, menos nos gustan estos largometrajes.
En conclusión, ya sea porque estamos hambrientos por nuevas experiencias o buscamos un buen final lleno de justicia, o simplemente por el hecho de que nos encantan las películas de terror, estas siempre tendrán espacio en el corazón de los espectadores y en las pantallas grandes por ser uno de los géneros más populares que han existido. Ahora... Como que ya dieron ganas de volver a ver una de Freddy Krueger ¿no?
Érika Bocardo Flores
Martin, G. N. (2019). (Why) Do you like scary movies? A review of the empirical research on psychological responses to horror films. Frontiers of Psychology. 10. 1-22.
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